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Parroquia Nuestra Señora de la Merced

2017

PRESENTACIÓN

Constituye un gran honor para mí, como Párroco del templo de Nuestra Señora de La Merced y Encargado General del Culto a Jesús Nazareno, presentar esta edición anual del “librito” cuaresmal 2017. Se presenta en este mes de marzo, cuando iniciamos la celebración de los 300 años de Consagración de tan venerada imagen. Estas páginas llenas de las más profundas esencias humanas y religiosas que tiene la devoción a Jesús de La Merced. Esencias, muchas veces desconocidas, y otras olvidadas por los que no aciertan a transmitir esos valores, en los que la historia, el arte y las letras sirven y se rinden al gran mensaje eterno que late en el fondo de los devotos y devotas, modelando una parte fundamental de su idiosincrasia.

Sabia recomendación es la que nos dejaron los maestros clásicos al advertir sobre la necesaria responsabilidad de guardar bien lo que hemos recibido y de saber trasmitirlo con fidelidad a las próximas generaciones. El Licenciado Walter Enrique Gutiérrez Molina supo hacer suya la máxima, y en esta historia “5 de agosto”, nos da buen ejemplo de ello, aplicando en esta ocasión algo de la teoría de la cultura y estética barroca, matizándolo con la imaginación, basado en los hechos reales y documentados de la historia que rodean a Jesús de la Merced, sin olvidar la esencia de la fe y la devoción tan arraigada en él desde los tiempos de la consagración.

Aunque son notables los intentos realizados, se sigue necesitando una dedicación permanente a la investigación sobre la historia de nuestra devoción a Jesús de La Merced. Sin buscar en los archivos, sin una reflexión profunda y continuada en busca de la verdad, resulta ilusorio querer adentrarse con cierta seriedad en un trabajo con futuro. La investigación y el estudio son tareas inaplazables. En no pocas ocasiones, parece como si se hubieran unido la ambigüedad y la superficialidad. Afirmaciones rotundas sin la garantía del dato contrastado, sin la profundidad de una seria reflexión. A la falta de conocimiento objetivo se une el prejuicio, que soslaya la verdad comprobada. Si no se sigue ese camino con fidelidad, veremos el triunfo de lo superficial, lo aproximativo, interés partidista, un academicismo de salón que da un valor que no le corresponde a una teoría sin documentar y, como resultado, un conocimiento dañado y una verdad prostituida.

Equipaje imprescindible, y con el que hay que contar en este viaje, es el de la ética del pensamiento, la honestidad intelectual del investigador y la rectitud docente del maestro. Todos estos son buenos aparejos necesarios para adentrarse en ese campo de la investigación de la historia y el arte. El amor a la verdad es el gran apoyo para la superación de un pragmatismo racionalístico, donde la convivencia de la ideología sustituye a la responsabilidad de la adhesión práctica a una verdad que no puede ser ajena a lo que son los valores de una cultura, de un tiempo, del saber escuchar el lenguaje en que habla cada persona.

Pero habrá que defenderse de un humanismo deshumanizado en el que se prescinde de Dios y de toda realidad trascendente. El hombre se queda sin punto de referencia para los grandes interrogantes de su existencia. Como la lámpara no se enciende para ponerla debajo de la mesa, sino para que alumbre la casa, el investigador debe empeñarse en mostrar la verdad, la racionalidad, la inteligencia, lo ético, la fe.

A través de la historia, continuidad y cambio permanente son como una constante en el discurrir de las personas a lo largo del tiempo. Lo que celebra la Iglesia, en la memoria del misterio Pascual, no son simples

acontecimientos históricos, sino la presencia intemporal de Cristo. La publicación de estos “apuntes” nos ayudará a conocer mejor la ejemplar trayectoria de una fe, profundamente arraigada en los devotos de Jesús de La Merced, y a vivir con mayor fidelidad el misterio de nuestra fe celebrado en la pasión y la cruz, la muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo.

 

DEDICATORIA

Vivir para ver. Vivir para contarlo. Vivir para gozar de estas páginas donde ya huele, en todos los sentidos del término, a Semana Santa. Desde el puesto que tengo en La Merced, puedo ver cada madrugada de Viernes Santo los ojos suplicantes que, ajenos a todo, dialogan con el Señor; los pechos que lanzan suspiros de angustia; las lágrimas que se deslizan por los rostros; los labios que rezan aislados de todo, en medio de la multitud. He sentido con el frío de las madrugadas sobre mi cuerpo y palpado como algo tangible los silencios de los devotos, inexplicables en medio de una muchedumbre que se apiña y donde el rumor se diluye. He ido percibiendo como a medida que el Señor se aproximaba, enmudecía la calle y la noche se convertía en un inmenso templo propicio a la oración.

Sí, yo he visto rezar, llorar, vibrar a un pueblo que, devoto y contrito, sintiendo gravitar sobre él todo el peso de un poder sobrehumano, quedaba anonado ante la fuerza inconmensurable del paso valiente del Señor. Para la actual grandeza que ha logrado alcanzar esa enorme devoción, han trabajado juntos, Jesús de La Merced, y ese grupo numeroso de hombres y mujeres, colaboradores y devotos que, durante más de tres siglos, se entregaron para lograr el engrandecimiento de esta devoción y despertar el fervor hacia esa Imagen portentosa que supera el dolor con la fuerza de su paso adelantado.

A todos ellos, se dedica este trabajo como homenaje y respeto a la labor y entrega que realizaron. Es la mejor prueba de que el hombre debe poner cuanto puede de su parte, sin pensar en cosechar los resultados, porque estos dependen de Dios y llegarán cuando Él lo considere oportuno.

Esas personas de una Guatemala lejana, pusieron cuanto pudieron y gracias a su esfuerzo, yo estoy seguro de que por la gran devoción que lograron despertar en el pueblo, hoy forman legión incontable las almas de los devotos que gozan de la presencia de Dios.

Guatemala, 1 de enero 2017

 

P. Orlando José Aguilar Castrillo S.J.

Párroco de Nuestra Señora de la Merced y Encargado General del Culto de Jesús Nazareno y Santísima Virgen de Dolores.